Desde hace varias décadas los ciudadanos estadounidenses cuentan con un derecho legítimo ha poseer armas; "right to bear armas" (en realidad se traduciría derecho a portar armas). En la actualidad hay pocas restricciones a esta ley y el derecho está plenamente reconocido, pese a que en sus orígenes más antiguos la interpretación es diferente a la actual.
Históricamente el derecho surge de Gran Bretaña, cuando en 1181 (Edad Media), el rey Enrique II promovió la ley que permitía a todo hombre libre al servicio del rey o al servicio militar a poseer armas.
En 1689 esta ley se transformaba en un derecho reconocido a poseer armas con el fin de la defensa personal. El derecho se exportó a otros lugares del imperio inglés, como Canadá, Australia y Estados Unidos.
Ahora bien, en las décadas posteriores el parlamento inglés acabó aboliendo el derecho, pero no sucedió lo mismo con las colonias estadounidenses, que además se encargarían del control y las restricciones de éste. Y a partir de la independencia se implantó como un derecho consagrado. En la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, se puede leer lo siguiente: "Siendo una milicia bien preparada necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho del Pueblo a tener y portar armas no será vulnerado". Pero además, la Novena Enmienda viene a decir algo así como que las nuevas leyes no pueden violar los derechos previamente reconocidos; y el derecho a portar armas estaba establecido antes de la Enmienda.
Actualmente el gobiernos federal, de los estados y condados ha ido creando varias políticas sobre el control de armas para la defensa personal o actividades recreativas, pero aún así es frecuente oír diversas tragedias ocurridas en el territorio norteamericano por causa de las armas de fuego.
No es necesario citar los terribles sucesos ocasionados por un arma de fuego en EEUU, pues basta con saber que cerca del 89% de los habitantes estadounidenses posee una, 270 millones de ellas en manos de civiles, según el diario New York Times. La venta de armas en Estados Unidos es un negocio rentable en Norteamérica pero que acaba con la vida de 10,2 personas de cada 100.000, según un estudio de 2007.
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